No hay daño cerebral demasiado pequeño para ser ignorado, ni demasiado grande para perder la esperanza

El día en que mi vida cambio

No puedo relatar lo que me ocurrió esa noche, pero sí que os voy a contar el día anterior todo lo que ocurrió.
Era 4 de junio del 2015, mi marido se encontraba de baja por enfermedad y estaba en casa. En el 2014 más concretamente en septiembre volvió a su antiguo trabajo de chofer internacional, no obstante por causa de la diabetes y demás se le complicó una úlcera dérmica en la pierna izquierda y tenía peligro que le pudieran amputar la pierna  por lo cual tuvo que pedir la baja laboral. Yo no estaba contenta, sin embargo, parte de mí sí que lo estaba porque desde septiembre había estado en casa unos escasos 30 días en total, y aunque era por causa de fuerza mayor estaba contenta que estuviera con nosotras.
Esa mañana lleve a mi hija al colegio y volví a por mi marido a casa, ya que aún me encontraba en mudanza de nuestro chalet al piso y mi marido me dijo de subir  para trasladar lo que nos diera tiempo y eso hicimos, primero nos fuimos a las curas de su pierna y de ahí subimos a nuestra antigua casa a recoger cosas. Me acuerdo que cuando llegamos mi marido se puso a recoger herramientas y demás material de su antiguo trabajo de informático y le comente:»para qué quieres eso ahora» a lo cual me contesto:»no sé, pero lo voy a coger por si acaso». Lejos estábamos de imaginar que pronto le iban a hacer falta.
Recogimos lo que pudimos y cargamos el coche, bajamos a Gandía y descargamos todo lo que llevábamos, Le comente que a las 12:30 tenía una reunión con la tutora de mi hija, ya que era el último año de infantil que Ali cursaba, me quería despedir de su tutora Tere, una persona maravillosa donde las haya
Después de hablar con Tere volví a mi casa, ese día no sé por qué todo salió redondo. Era la 1 del mediodía y ya había acabado todo lo que tenía que hacer, como suele decirse «una mañana perfecta».

Después de comer descansamos un poco y mi marido se fue con mi hija a casa de mi suegra que vive muy cerca de la mía a arreglarle una cosa a mi suegra, algo relacionado con una cocina que había comprado. Yo pasé lo que quedo de tarde limpiando como cualquier mujer arreglando mis cosas.

Cuando volvió  le mencioné que iba a ducharme y que cuando acabara trajera a la nena a la ducha. Cuando acabe de ducharme me maree y tuve que recostarme en la cama 5 m, pero ese mareo lo achaque al azúcar bajo, no es que yo sea diabética, pero muchas veces me bajaba el azúcar y tenía que tomarme algo para que me subiera y no me diera esos mareos. Aparte de ese mareo y un leve dolor de barriga me encontraba bien, sin embargo, las ganas de cenar se me estaban yendo.

Al ver que no me había hecho carne para cenar me pregunto que me pasaba y le conté lo de la ducha y el dolor de barriga, me contesto: «si no te encuentras bien vamos al centro de salud, que total lo tenemos enfrente» le conteste que no hacía falta que ya me estaba pasando.

Después de cenar al poco rato estábamos cansados y decidimos acostarnos, acosté a mi hija y le leí su trozo de cuento como cada noche le di un gran beso (poco sabia que iba a ser el último que le daría) y salí de la habitación. Mi marido estaba ya acostado y estaba mirando supervivientes en la tele de la habitación, cuando me acosté me dijo que estaba cansado y apagamos la tele, le di un beso  de buenas noches y le dije que le quería.

Esas fueron las últimas palabras que cruzamos.

Lo que van a leer a continuación fue lo que ocurrió durante esa noche contado por mi marido. Mi marido público esta declaración 9 meses después de lo que paso.

Nuestras últimas palabras...

9 meses han pasado, 9 meses desde que cruzamos nuestras últimas palabras «Buenas noches cariño, te quiero, que descanses.»
9 meses de lucha, angustia, incertidumbre y de sobresaltos cada vez que suena el teléfono y veo un número de centralita, con el miedo a que te llamen y te digan que tu mujer ha empeorado.
Poca gente tienes a tu lado después de tanto tiempo y no siempre son familia los que te siguen apoyando y dando ánimos, te sientes solo.
27 años juntos y ahora se nos ha negado hasta el poder hablar, todo por culpa de un infarto al corazón que sufrió mi mujer durmiendo a las 3 menos cuarto de la mañana. Cuan diferente hubiera sido todo si unos señores del servicio de urgencia hubieran hecho bien su trabajo, se permitieron el lujo de tardar más de 15 minutos para llegar a mi domicilio que está a escasos 2 kilómetros del hospital. Mi mujer estuvo luchando contra el infarto más de 10m hasta que la pobre se rindió, no pudo más. Ironías de la vida y después tenemos en todos los centros de salud del país el poster que pone «los segundos cuentan, llama al 112».
Los segundos cuentan, ¡y tanto que cuentan!, pueden decidir tu futuro en unos segundos, pero todo eso no sirve de nada si los responsables de atender esos servicios están en todo menos en lo que tienen que estar.

Dicen que el tiempo pone las cosas en su sitio, y si es verdad que existe un dios justo y verdadero tengo la esperanza que hará justicia. ¿15 minutos para recorrer 2.236 metros exactamente que hay desde la puerta del hospital hasta mi domicilio?.
Con estas palabras no pretendo buscar culpables, NO!. Nada más lejos, lo único que quiero decir es que un accidente le pasa a cualquiera, pero si encima que tenemos ese accidente, que en esos momentos tu reacción es la adecuada, tienes bastante sangre fría para controlarte y reaccionar a lo que te está pasando, lo que no se puede aceptar es que estos señores esa noche se estén rascando el ombligo y tarden tanto que la persona a la que amas, la madre de tu hija se muera delante de ti.

La sensación de impotencia que sientes es tan grande que te sientes hasta culpable.
«¿Qué más hubiera podido hacer?» NADA, eso es lo que todo el mundo te repite, pero en el fondo no es lo que creemos. Todos los días me hago esa pregunta «¿Que más hubiera podido hacer?» esa es la pregunta que me hago todos los días durante 9 meses cuando me levanto, «¿Qué más hubiera podido hacer?». Por mucho que te digan que nada, que hicistes lo correcto, me sigo haciendo esa pregunta y si es verdad que hice lo correcto… » ¿porque mi mujer está en coma vigil?» entonces si yo hice lo correcto alguien falló ¿no?. Pues sí, estos señores que se hacen llamar profesionales o expertos (palabras dichas con demasiada facilidad) de la sanidad tienen la culpa, dejando a un lado que se pueda demostrar o no en un juicio, yo os digo que fueron ellos LOS CULPABLES de que mi esposa esté en ese estado, pero bueno como he dicho antes, si hay un Dios justo pondrá las cosas en su sitio.
Estos son los hechos que ocurrieron esa noche ¡ESTOS SON LOS VERDADEROS HECHOS QUE OCURRIERON!. ESTO ES LO QUE A MI ME PASO:
Viernes 5 de Junio del 2015, 02:45 horas de la mañana mi hija de 6 años se vino a nuestra habitación a dormir con nosotros, sabía que su madre no quería porque yo me encontraba muy enfermo y tenía una dolencia en las piernas horrible, pero ya sabemos como son los niños. Vi a mi hija que entraba en la habitación y le dije «¿cariño donde vas?» mi hija respondió «a dormir con vosotros papá» le contesté que se acostara en medio de nosotros y que no molestara a su madre que estaba cansada, mi hija con mucho cuidado se acostó en medio de los dos, me di la vuelta y ahí comenzó la pesadilla. Mi mujer se puso a convulsionar de golpe y a jadear muy fuerte, mi hija muy asustada le dijo a mi mujer «MAMA NO ME CHILLES!», me levanté de golpe y me dirigí hacia mi mujer, sabía que mi mujer no estaba chillando, que algo estaba pasando la cogí de los hombros y la sacudí gritándole que se despertara, mi primera sensación es que estaba teniendo una pesadilla muy fuerte, me di cuenta que no era eso. Le vi que estaba mordiéndose la lengua y estaba a punto de cortarsela, no me lo pensé introduje mis dedos dentro de su boca y le meti la lengua dentro para evitarlo, mientras tanto mi hija estaba chillando «PAPA LLAMA LA AMBULANCIA LA MAMA SE MUERE!» (esas palabras las tendré grabadas hasta el dia que me muera). Me fuí corriendo al comedor que está al lado de nuestro dormitorio y cogí mi movil, llame al 112 eran las 02:49h. Después de preguntarme qué le ocurría a mi mujer a lo cual le conteste que no lo sabía pero que no era nada bueno, le tuve que dar la dirección de mi domicilio, colgué y llamé a mi madre que vive a unos 80 m. escasos de mi vivienda, mi madre me respondió al acto y me dijo que venía enseguida, y así fue, llegó escasamente 4 minutos después de llamarla (mi mujer seguía convulsionando, con menos fuerza pero seguía viva.) Mi madre se puso al lado de ella y yo volví a llamar al 112 (los segundos cuentan) eran las 02:56h, me dijeron que ya estaban de camino. Cuando colgué mi madre con la cara blanca me dijo «creo que ya no respira» puse mis dedos debajo de su nariz y note todavía su respiración, eran las 02:57h. A continuación llame a mi cuñada y le informe de lo que estaba pasando, me contestó que llegaría lo antes posible. POR FIN! llegaron los señores profesionales a las 03;03h mi mujer ya había dejado de respirar. Subieron y cuando vieron lo que estaba pasando se pusieron a reanimarla, inmediatamente llegó otro S.V.B (soporte vital básico), y dentro de nuestra habitación 6 personas se pusieron a reanimar a mi esposa. Llegaron tarde mi mujer ya estaba muerta y aunque la reanimaron había sufrido una gran falta de oxígeno. Falta de oxígeno que ha hecho que esté en un estado de mínima conciencia o coma vigil, nos mira y nada más, no responde a ningún estímulo. ¿Nos entiende? esa es la eterna pregunta, yo su marido, su compañero y amigo desde hace 27 años digo que SI! claro que nos entiende e intenta responder aunque no puede, conozco muy bien a mi mujer y digan lo que digan se que cuando la miro y ella me mira es nuestra mirada, no veo a una persona perdida ni a una desconocida y mientras vea un aliento de vida, seguiré luchando y luchando no puedo… no, mejor dicho: no tengo derecho a rendirme. Ella cree en mí, mi hija cree en su padre y en que traerá de vuelta a su madre, así que no tengo derecho a rendirme.
Dicen que mientras hay vida hay esperanza, yo digo que lo que me empuja a seguir cada día, a luchar cada día, es el amor que tengo por esa persona. Llegará el día que entré en la habitación y me sonría, ese día comenzará para nosotros una nueva vida, y se que falta poco para eso, LO SE.
A toda la gente que le ha pasado algo parecido les digo » NO DESFALLEZCAIS, SEGUID ADELANTE y poneos las metas día a día, no penseis en el futuro, acordaos de que vuestra vida cambió en minutos, entonces ¿para qué preocuparse por el futuro?, si una cosa nos ha enseñado la vida es que la vida se vive DIA A DIA».
Porque sea una nueva forma de vida, no tiene porque ser tan mala no?


Richard, marido y padre de dos soles. «Os quiero»

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